«Laudato Si’», la primera encíclica ecológica

«Laudato si'» se convierte en la primera encíclica firmada íntegramente por el papa Francisco, un escrito pontificio de gran calado que hace un llamamiento a toda la comunidad internacional a involucrarse por el cuidado de la «casa común». Es la primera encíclica que trata sobre el tema ecológico.

 

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El papa Francisco firma la primera encíclica de temática ecológica de la historia de la Iglesia.

 

Lleva como título «Laudato Si» –«Alabado seas»–, la frase del famoso cántico de san Francisco con el que el santo de Asís alaba al Dios creador de la naturaleza y se ha convertido en la primera encíclica que habla sobre la cuestión ecológica. Un esperado documento potificio, el primero firmado integralmente por el papa Francisco, que pretende ser una llamada de atención sobre «el cuidado de la casa común».

 

«¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?» (n. 160). Esta pregunta está en el centro de la esperada encíclica. Y continúa: «Esta pregunta no afecta sólo al ambiente de manera aislada, porque no se puede plantear la cuestión de modo fragmentario», y conduce a interrogarnos sobre el sentido de la existencia y el valor de la vida social: «¿Para qué pasamos por este mundo? ¿para qué vinimos a esta vida? ¿para qué trabajamos y luchamos? ¿para qué nos necesita esta tierra?»: si no nos planteamos estas preguntas de fondo –dice el Santo Padre– «no creo que nuestras preocupaciones ecológicas puedan obtener resultados importantes».

 

La encíclica recuerda que la tierra «es como una hermana con la que compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos». Nosotros mismos «somos tierra (cfr Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está formado por elementos del planeta, su aire nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura». Pero ahora esta tierra maltratada y saqueada clama y sus gemidos se unen a los de todos los abandonados del mundo. El papa Francisco invita a escucharlos, llamando a todos y cada uno –individuos, familias, colectivos locales, nacionales y comunidad internacional– a una «conversión ecológica», a «cambiar de ruta» asumiendo el desafío que se nos presenta ante el «cuidado de la casa común». Al mismo tiempo, el papa reconoce que «se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta», permitiendo una mirada de esperanza que atraviesa toda la encíclica y envía a todos un mensaje claro y esperanzado: «La humanidad tiene aún la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común»; «el ser humano es todavía capaz de intervenir positivamente»; «no todo está  perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, pueden también superarse, volver a elegir el bien y regenerarse», asegura el papa Bergoglio.

Una encíclica para «todos los públicos»

La encíclica se dirige a todos los fieles católicos, a las otras Iglesias y comunidades cristianas, pero también a otros protagonistas de este esfuerzo –tanto individuos como asociaciones o instituciones–, reconociendo que «la reflexión de innumerables científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales ha enriquecido el pensamiento de la Iglesia sobre estas cuestiones» e invita a todos a reconocer «la riqueza que las religiones pueden ofrecer para una ecología integral y para el desarrollo pleno del género humano».

 

El escrito pontificio se desarrolla en seis capítulos. A partir de la escucha de la situación a partir de los mejores conocimientos científicos disponibles hoy (cap. 1), recurre a la luz de la Biblia y la tradición judeo-cristiana (cap. 2), detectando las raíces del problema (cap. 3) en la tecnocracia y el excesivo repliegue autorreferencial del ser humano. La propuesta de la encíclica (cap. 4) es la de una «ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales» (137), inseparablemente vinculadas con la situación ambiental. En esta perspectiva, el Papa Francisco propone (cap. 5) emprender un diálogo honesto a todos los niveles de la vida social, que facilite procesos de decisión transparentes. Y recuerda (cap. 6) que ningún proyecto puede ser eficaz si no está animado por una conciencia formada y responsable, sugiriendo principios para crecer en esta dirección a nivel educativo, espiritual, eclesial, político y teológico. El texto termina con dos oraciones, una que se ofrece para ser compartida con todos los que creen en «un Dios creador omnipotente» (246), y la otra propuesta a quienes profesan la fe en Jesucristo, rimada con el estribillo «Laudato si’», que abre y cierra la Encíclica.

 

El texto está atravesado por algunos ejes temáticos, vistos desde variadas perspectivas, que le dan una fuerte coherencia interna: «la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida» (16).

Descarga y lee la nueva encíclica del papa

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