«La fiesta de San Pedro y San Pablo es una llamada a ser buenos hijos de Dios, a ser santos»
Ambos murieron en Roma, uno crucificado en el año 64 y el otro decapitado en el 67, y, como fundadores de aquella Iglesia y siendo las columnas espirituales de la catolicidad, la fiesta de su martirio se celebra de forma conjunta en toda la cristiandad. También la ciudad de Burgos que, como cada 29 de junio, vive hoy uno de sus días más solemnes recordando la memoria de los santos apóstoles Pedro y Pablo en el marco de sus fiestas mayores.
La catedral ha acogido esta mañana la solemne misa pontifical presidida por el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, y a la que han acudido miembros de la corporación municipal, las reinas de todas las peñas y asociaciones de la ciudad y numerosos burgaleses. Para el pastor de la Iglesia burgalesa, la fiesta de hoy es una «llamada a ser buenos hijos de Dios, esto es, a ser santos». Y es que si de algo corremos peligro al honrar a los santos –ha advertido el prelado– es a «desencarnarlos y evaporarlos». De ahí que haya señalado que sus vidas son «un reflejo de lo que Dios quiso para la Iglesia», que no fue crear una estructura de poder, sino una comunidad de santos que encarne las características fundamentales de Pedro y Pablo.
Don Fidel ha definido a estos apóstoles como «personas y sencillas de la sociedad de entonces», «no eran hombres preclaros», ha revelado. A la vez, ha sostenido que lo fundamental de sus vidas fue «admitir a Jesucristo y verlo como el Dios encarnado» y desgastar sus vidas «por amor a él», siendo «coherentes hasta el final y dándose a él en el martirio». Por ello el arzobispo ha exhortado a los presentes a imitar sus mismas cualidades para «ser santos en la vida que lleven, sea cual sea». «Si no somos santos es porque no queremos, porque Dios nos da la ayuda necesaria para lograrlo». Y, con el papa Francisco, ha añadido: «No nos conformemos con una vida mediocre; Dios nos quiere santos».
Miles de flores
Tras la solemne misa estacional, en la que ha acompañado con el canto litúrgico el laureado Orfeón Burgales, la imagen de Santa María la Mayor ha sido portada en andas desde el interior de la seo hasta la plaza del Rey San Fernando. Allí, la patrona de la ciudad y de la diócesis ha sido agasajada con las flores rojas y blancas que han depositado a sus pies miles de burgaleses componiendo un hermoso manto. Se trata de uno de los actos más populares de las fiestas mayores. La imagen creada probablemente por Fernando de Oviedo o Cristóbal de Valladolid por iniciativa del obispo Luis de Acuña en el siglo XV recibe desde 1954 miles de flores cada mes de junio.
En ese año, la primera Reina de las fiestas fue honrada con tantos ramos de flores que optó por depositarlos en el altar de Santa María La Mayor. En 1955, el programa festivo de la ciudad incluía un acto de homenaje a la patrona y, aunque en algunas épocas la tradición se ha visto interrumpida, en el 1987 el Comité de Folclore la retomaba tal como la conocemos hoy. En los inicios, la comitiva popular de la Ofrenda Floral la formaban grupos de danzas y folclore. Progresivamente fueron incorporándose más colectivos. Hoy en día la comitiva está compuesta por peñas, casas regionales, grupos tradicionales, asociaciones culturales y grupos de danza.