María, «mediadora de la merced de Dios con nosotros»

En la fiesta de la Virgen de la Merced, el arzobispo ha visitado el centro penitenciario de Burgos y celebrado la eucaristía en compañía de los internos en la prisión.
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En 1218, la Virgen María se apareció a san Pedro Nolasco recomendándole que fundara una comunidad religiosa que se dedicara a socorrer a los cristianos que eran hechos prisioneros por los sarracenos y enviados a prisiones lejanas por el hecho de ser seguidores de Cristo. Apoyado por el rey Jaime el Conquistador y aconsejado por san Raimundo de Peñafort, Nolasco fundó la orden religiosa de Nuestra Señora de la Merced o de las Mercedes, conocidos popularmente como los «Merecedarios». Visitar y acompañar a los presos fue siempre su carisma y hoy siguen acompañando a muchas personas que están privadas de libertad en numerosas cárceles y prisiones de todo el mundo y de los que la Virgen de la Merced se ha convertido en patrona, abogada y protectora.

 

De ahí que el arzobispo, don Fidel Herráez Vegas, haya querido sumarse hoy a la celebración que instituciones penitenciarias de Burgos ha llevado a cabo tanto en la capilla de la prisión, junto a numerosos residentes de la misma, como en la catedral, en un acto más institucional con representantes de instituciones penitenciarias, Policía Nacional, Guardia Civil y voluntarios de la pastoral penitenciaria de la diócesis, acompañados por los capellanes de la prisión burgalesa, Fermín González y Jesús María Álvarez, y José Baldomero Fernández de Pinedo, anterior capellán de la prisión.

 

«María es la mediadora de la merced de Dios con nosotros», ha señalado en su homilía. Para el pastor de la diócesis, María «nos regaló la merced de Dios» a lo largo de toda su vida, desde el momento de la encarnación a Pentecostés, pasando por «el cuidado amoroso de Jesucristo» durante su infancia y vida pública o la invitación a «hacer lo que Jesús nos dice» en las bodas de Caná.

 

«Jesús ha tenido la merced de darnos lo único que tenía, que era su Madre. Y lo ha hecho para que nos ayude a caminar siendo la mediadora de su merced con nosotros». De ahí que, para don Fidel, sea necesario evitar la «facilona disculpa» de «no saber lo que tenemos que hacer» pues, «lo coherente –ha dicho– es que acojamos esa merced de Dios e intentemos nosotros ser buenos hijos de Dios y ayudarnos a ser buenos hermanos entre nosotros».

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