Imagen del mes de noviembre: Pantocrator del antigo cimborrio de la Catedral

Se cree que esta figura de Cristo Majestad constituyó la clave del antiguo cimborrio, venido abajo la madrugada del 4 de marzo de 1539.

pantocrator catedral burgos 1

 

En el espacio sagrado de un templo, toda pieza es elocuente y contribuye a narrar el discurso teológico. Aún descontextualizada, la piedra labrada que probablemente conformara la clave de la bóveda de crucería del viejo cimborrio de la Catedral de Burgos, en la que se representa a Cristo como Eterno Señor de todas las cosas, cierra formalmente una idea profunda. Esta clave constituye la imagen en la que centrar la atención durante el mes de noviembre, cuando la Iglesia celebrará la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.

 

El cimborrio (del griego kiborion, «fruto del nenúfar», «copa de forma semejante a la de este fruto») es un elemento arquitectónico con forma de torre no muy elevada, erigido sobre el crucero (lugar de intersección de la nave principal y la transversal) de una iglesia con el fin de iluminar el interior. En general son de planta circular u octogonal y descansan sobre los arcos torales o bien sobre las pechinas. Sus paños verticales están calados con ventanales o lucernarios, que, además de iluminar y ventilar, aligeran su peso.

 

No hay datos de cómo y cuando empezó a construirse el primitivo cimborrio de la Catedral de Burgos, aunque sí se sabe que el proyecto y la dirección inicial fueron del maestro Juan de Colonia y que finalizaría la obra su hijo Simón. Quizás el tratarse de una obra innovadora –sobre todo en lo estructural– fue lo que motivó que se realizase sobre unos planteamientos no excesivamente estables, pues todavía no estaban totalmente definidos los sistemas de construcción de esta nueva arquitectura de la segunda mitad del siglo XV.

 

Casi no se había terminado esta obra, que quizás fuera de sobresaliente belleza, cuando fue imprescindible hacer arreglos que acabarían por convertirse en una continuada serie de reparaciones durante la última década del siglo XV. En 1495 aparecieron las primeras grietas, por lo que hubo que reparar la estructura y quitar unos capiteles que estaban a punto de caer. El cimborrio se convirtió en un continuo problema que ocasionaba reparaciones muy frecuentes y cuantiosos gastos de mantenimiento hasta que finalmente en la noche del 4 de marzo de 1539 se derrumbó. Poco después, el Cabildo encargó un nuevo cimborrio a Juan de Vallejo.

 

Se cree que este Cristo Pantocrator corresponde a la clave de aquel primitivo cimborrio. Sus características permiten clasificarla como obra del primer cuarto del siglo XIII. Representa a Cristo, según el modelo siríaco, coronado, con barba y en el interior de la mandorla, bendiciendo con su mano derecha y sosteniendo con la izquierda un libro abierto con ambas páginas en blanco. Detrás de su cabeza el nimbo crucífero recuerda que el Crucificado es el Resucitado. El Pantocrator se halla sedente y en disposición frontal. En la expresión de su rostro se percibe el eco enigmático de la «sonrisa ática», misteriosa, ensimismada, indescifrable, asociada a la sabiduría.

 

La barba era un atributo viril que generalmente indicaba fuerza, sabiduría, valor y energía. En la antigüedad era signo de prestigio, que exigía grandes cuidados. En la parte central e inferior de Su barba se esboza un corazón. El cuerpo no presenta una relación proporcional adecuada a la realidad. La túnica que viste tiene una cenefa que evoca la pedrería y el manto se cruza sobre sus rodillas bajo el brazo derecho. Los pliegues de ambas prendas son de indiscutible elegancia. La mandorla está rodeada de hojas trepadas que arrancan de la misma y se proyectan produciendo acusados contrastes.

 

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