Nace la parroquia de San Juan Pablo II: «Es como construir tu propia casa»
«La Iglesia de nuestro tiempo se esfuerza por convertirse en una casa de cristal, transparente y creíble, y esto es bueno». La frase es de san Juan Pablo II. La dirigió a unos periodistas en 1984. Casi cuatro décadas después de haberla pronunciado, el nombre del santo papa polaco y su deseo de una iglesia de vidrio se han conjugado a la perfección en uno de los barrios más jóvenes de Burgos. Un moderno templo en el que sus paredes son de cristal y sus espacios diáfanos y versátiles para lograr una «nueva evangelización», en clave con otro de los grandes deseos de Wojtyla, marcada por un «nuevo ardor, nuevos métodos y expresiones».
Coincidiendo con la fiesta de su patrón, la iglesia parroquial de San Juan Pablo II será consagrada el próximo 22 de octubre (12:00 horas) por don Francisco Gil Hellín, el arzobispo emérito que impulsó su creación en 2010. Apenas dos años después de su erección, Julián Palencia fue nombrado párroco y le ha tocado a él lidiar con proyectos, planos y burocracias con el ayuntamiento y las administraciones. El nuevo templo, ubicado entre las calles Lazarillo de Tormes y José María Codón, supone un hito en una comunidad cristiana que poco a poco echa a andar en medio de un barrio residencial en el que se estima que vivan, al menos, unas 8.000 personas y donde poco a poco algunos vecinos van entrando a formar parte de la parroquia.
Virginia y Laura son dos de las mujeres que más se han implicado en la puesta a punto de la nueva iglesia. Pertenecen al «servicio de ambientación» y se han encargado de la decoración de los espacios comunes del complejo, que cuenta con dos grandes salones, una zona a modo de guardería (para que las familias con hijos pequeños puedan acudir con comodidad a las celebraciones) y otras estancias, como despacho, sacristía y cocina, vital para algunas de las actividades pastorales. Para ellas, es «emocionante» formar parte del proyecto. «Es como construir tu propia casa», explican. Cuando llegaron al barrio no se conocían y sus hijos no eran amigos. Ahora ven que la parroquia también puede servir para dinamizar el barrio y crear comunidad.
De hecho, el párroco sostiene que implicarse en pequeños grupos de trabajo –los llaman «servicios»– está ayudando a que los feligreses «se conozcan mejor» y «asuman el proyecto como propio». Algunos se encargan de la escuela de padres; otros de la economía, otros de los cursos Alpha, las cenas de novios o el «reloj de la familia», propuestas pastorales innovadoras que sirven para formar la parroquia en clave de primer anuncio. «No sé cómo se crea una parroquia, lo tendremos que construir entre todos; es algo que iremos viendo», comenta Julián, consciente de que su mayor reto no será construir la iglesia sino evangelizar el barrio y forjar comunidad.
Por ello, entiende que el nuevo complejo parroquial se destine a una pastoral diferente, más dinámica y en clave de primer anuncio, mientras que las actividades habituales seguirán desarrollándose en los salones de la vecina iglesia de San Adrián, en Villímar, de la que también es párroco. De hecho, ambas comunidades trabajan de forma conjunta y los horarios, las reuniones y las propuestas pastorales se entienden como una unidad.
El complejo parroquial está diseñado por la arquitecta Adriana Cañada. El templo cuenta con un presbiterio presidido por una réplica de la cruz que san Juan Pablo II regaló a los jóvenes y está dotado de mamparas que, al cerrarse, permiten convertirse en capilla. Tendrá un sagrario construido por Óscar Martín y una talla sedente de la Virgen María. Dos de sus fachadas se han realizado en hormigón y otra lleva un recubrimiento de termoarcilla y una fachada ventilada. También hay una torre con una campana. La obra ha supuesto un desembolso económico de un millón de euros, que se sufragará entre el Arzobispado y las aportaciones de los propios feligreses.