La lluvia desluce la mañana del Domingo de Ramos
Más: galería fotográfica completa
Un cielo gris plomizo no prometía nada bueno para la mañana del Domingo de Ramos. Tanto es así que ha obligado a cambiar de plan en varios momentos de la mañana. La procesión con el paso de la Borriquilla, que partía desde la parroquia de San Lorenzo el Real, lo ha tenido que hacer a buen ritmo y sin la bendición de los ramos por parte del arzobispo. El tiempo apremiaba y cada minuto contaba para llegar a la Catedral esquivando la lluvia.
Ya en la plaza de Santa María, los cofrades de la Coronación de Espinas y de Cristo Rey respiraban aliviados al llegar a la Catedral sin haber recibido ni una gota de lluvia. En la portada les esperaba Mons. Mario Iceta Gavicagogeascoa, arzobispo de Burgos, acompañado del arzobispo emérito, Mons. Fidel Herráez Vegas; del deán-presidente del Cabildo Metropolitano, Félix José Castro Lara, del abad de la Semana Santa, Agustín Burgos Asurmendi, y de otros sacerdotes.
Ha sido en el trascoro del templo mayor de la archidiócesis donde el arzobispo de Burgos ha podido bendecir, finalmente, los ramos y las palmas que han acompañado al paso de Jesús en la Borriquilla. Tras la proclamación del Evangelio, han partido en procesión por las naves del templo hasta el altar mayor, donde se ha celebrado la Santa Misa.
En su homilía, el arzobispo ha propuesto tres momentos para la reflexión, centrados en la pregunta esencial que plantea esta fiesta: «¿Eres tú mi rey? ¿Quién reina en nosotros?».
Mons. Iceta ha recordado que Jesús no se presenta como un rey conquistador, sino humilde, montado en un borrico: «No viene a conquistarnos, no se presenta a caballo con una gran fuerza de huestes conquistadoras, viene humilde en un borrico y se presenta ante tu puerta». En este contexto, ha apelado a la libertad personal para acogerlo: «Mira que estoy a la puerta y llamo, llamo a tu puerta, llamo en esta Semana Santa. ¿Cuántas Semanas Santas he llamado a tu puerta y no me has abierto?».
El arzobispo ha animado a dejar entrar al Señor en el corazón para alcanzar la verdadera paz: «Estoy cansado de servir a reyes que me extenúan y me amargan. Que se haga la paz en el corazón. Tú eres el rey de paz». A partir de esta llamada, ha explicado que solo puede seguirse de verdad a Jesús cuando se ha experimentado su misericordia: «Los que han recibido tanta misericordia de él, que han experimentado tanta bondad, son capaces de seguirle también a la Pasión».
Mons. Iceta ha descrito la entrada de Jesús en Jerusalén a la luz del simbolismo bíblico, recordando cómo el pueblo lo aclama al estilo del rey Salomón y del profeta Zacarías: «Viene a ti tu rey montado en un pollino». Lejos de las pretensiones de poder, el Señor se presenta con humildad, como los jueces del Antiguo Testamento: «No para conquistar Jerusalén sino para desbordarla de su amor y de su misericordia».
En el último momento de su homilía, el arzobispo ha hecho referencia a la unción en Betania, cuando María unge los pies de Jesús con perfume. En ese gesto ha visto una profecía del amor que Cristo entregará en la cruz: «Ella me está ungiendo ya para mi sepultura y está adelantando la unción del Espíritu Santo en la cruz. Está profetizando mi entrega de amor y ella que ha conocido el amor me unge los pies».
«Es la entrega de Cristo lo que pone en paz todas las cosas», ha afirmado. Y ha subrayado que la paz verdadera no puede venir de nuestros cálculos, sino del amor de Dios que transforma: «La paz definitiva no viene de nuestros cálculos, la paz definitiva viene del amor de Dios que transforma nuestros corazones».
Mons. Iceta ha concluido su homilía animando a vivir esta Semana Santa desde el interior: «No solo acompañemos por fuera, acompañemos por dentro. Entra en el corazón, dame tu paz y yo te seguiré y daré testimonio de ti». También ha recordado a la Virgen María y su cercanía al dolor del Hijo: «Cuánto sufre una madre viendo sufrir y acompañando el sufrimiento a un hijo. También que María nos invite a acompañarla en estos días de amor y de esperanza».
Al concluir la celebración eucarística, el abad de la Semana Santa ha anunciado que la Cofradía iba a tratar de sacar el paso para la procesión general, aunque se iba a omitir la solemne bendición de ramos por parte del arzobispo en la plaza del Rey San Fernando, en un nuevo intento de esquivar la lluvia. Un intento infructuoso, porque Jesús en la Borriquilla ha llegado a la puerta del templo, se ha asomado y la lluvia le ha obligado a retroceder impidiéndole salir de la Catedral.
Nuevamente en el trascoro, se ha tomado la decisión de suspender la procesión oficial debido a las inclemencias metereológicas. Los anderos han bailado el paso mientras la banda de la Sangre del Cristo de Burgos interpretaba una marcha y, tras ello, han esperado el cese de las precipitaciones para retornar con el paso a la parroquia de San Lorenzo.